domingo, 7 de septiembre de 2008

CAMINO KÍNDARA

Deseé tocar más allá de tu piel
alcanzar el sosiego del silencio,
donde nuestras voces se fundiesen
repetidamente en pura y perfecta armonía.

Anhelé parar ese instante,
revisarlo minuciosamente
incrédulo ante tanta
divina imperfección honesta y sincera.

Permanecí atrapado en él
rehén de un sueño.
Te alcancé y, al fin, dejé de ser yo
Logré liberarme de mi ancla.

Solo en ti encuentro la libertad,
soy puerto en plena mar.

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